jueves, octubre 30

Por el camino al edificio nuevo

La miré de arriba abajo, la miré dos o tres veces. El pelo rubio y bien cuidado cayendo sobre la espalda, sobre el abrigo a la última comprado hace tres días. Y miré sus piernas, finas, como de niña, como de tener problemas para encontrar vaqueros de esa talla, llevándola, como a saltitos, todo lo deprisa de lo que eran capaces, por el camino al edificio nuevo.
La imaginé desnuda, de nuevo de arriba abajo. Y la ví sobre una cama de sábanas blancas, desnuda, claro, con esa expresión suya de no querer expresar nada. La vi abriéndose de piernas para él y vi cómo él la rechazaba por miedo a hacerla añicos.
Y dejé de mirarla.

martes, octubre 21

Todo preparado

Y todo por hacer.

miércoles, octubre 15

Maniatada

Maniatada por los nervios y acosada por los fantasmas de mis dudas, dejo pasar las horas sin hacer nada provechoso, limitándome a esperar la llegada del viernes liberador, que no será tal si sigo inmóvil en esta silla giratoria desde la que invento textos y descubro blogs abandonada por cualquier resquicio de sentido práctico que pudiera quedarme a estas alturas del verano. Ah, que ya no es verano...
Es otoño y un niño muere en un accidente de moto en tuenti y un blog recién nacido habla de los estrenos cinematográficos del 2009. Aquel del sueño escribe "En esta copa cabe lo que ocupa una canción" y mi prosa se vuelve redicha y rebuscada.
Me envían un email que es un copypaste de algo que ya había leído en una web. Putos gabinetes de prensa. Algún día los prenderé fuego a todos y dejaré que su lugar lo ocupen las putas, siempre tan dulces, complacientes y dispuestas a ayudar. No sé si os he contado ya lo mucho que he aprendido sobre putas en estos meses. He aprendido hasta a quererlas. Ahora quiero mucho más a las putas y odio todo cuanto se puede odiar a la gente que se jacta de vivir decentemente al tiempo que jode, siempre que tiene oportunidad, a todo el que se le pone a tiro.

viernes, octubre 10

Esta noche

He soñado con él. Paseábamos por los rincones de mi infancia y buscábamos un césped seco y poco concurrido para tumbarnos y besarnos. El otro no existía y, sin él, tampoco había remordimiento.
Ahora, en la mañana después del sueño, el otro, el de siempre, es el único que me acompaña y su presencia me hace sentir remordimientos, aunque los besos en la hierba hayan sido sólo un sueño.

miércoles, octubre 8

Maldita ociosidad

Maldita, maldita sea. Los días se pasan sin que haga nada de provecho: tengo emails y citas pendientes, tengo textos que escribir y reportajes que planear, tengo llamadas que hacer y una habitación con un dedo de polvo en las estanterías. Y, sin embargo, no hago nada. Vagabundeo por tuenti con la esperanza de que alguien me diga algo interesante cada vez que refresco la página. Charloteo con otros que, como yo, pasan las tardes aburridos. Visitos los mismos blogs una y otra vez. Y no pasa nada interesante en ninguna parte. Sin embargo, me quedo aquí clavada, durante horas, toda la tarde. Sólo me muevo para comer. Chocolate y bollería si es posible. Me siento succionada por esta espiral de ociosidad que amenaza con digerir toda mi vida y mi autoestima. Afortunadamente, el inicio de las clases me ha mantenido ocupada durante tres mañanas, me ha obligado a ducharme y me ha permitido olvidarme de lo vacía que se ha quedado mi vida ahora que no tengo nada que hacer, nada que realmente me llene.
Mañana vuelvo a no tener clase. Es lo bueno (lo malo) de haber saturado de asignaturas los cuatro años anteriores, que ahora que estoy en 5º basta con que las grises paredes de mi facultad me vean el pelo de lunes a miércoles de 9 a 14 horas. Mañana me levantaré pronto, me ducharé, un poco, desayunaré y me lavaré los dientes para ir al médico, para que valore si estas muelas del juicio que tanta guerra están dando para salir merecen el hueco que ambicionan y por el que luchan atenazando de dolor toda mi cara. Pero después de eso no habrá nada. Sólo el tiempo que pasa para no volver jamás.

jueves, octubre 2

En casa

Llevo dos días sin ir a trabajar. Dos días sin ducharme. Esta mañana me he levantado pronto y he hecho algo antes de dejarlo todo y disponerme a pasar el día tal y como lo pasé ayer: en blanco. Eso sí, una vez comprobado lo pesado que resulta, he decidido salpicar mi ausencia de actividad con pequeñas notas de color, a cada cual más atormentadora y menos constructiva. Me he cabreado, vía email, con los amigos de mi novio, que cada vez estoy más convencida de que nunca llegarán a ser mis amigos. He descubierto lo que significa la palabra "anacoluto", aunque me siento incapaz de identificarlo cuando se cuela en un texto y, mucho menos, de poneros un ejemplo. He convencido a una ex-compañera de trabajo y actualmente "socia" de que intentar publicar un reportaje en El País, bien merece el sacrificio de 4 días en la playa. Me he cabreado con mi novio, vía email, aunque aún no os puedo decir si ha sido por no leer mis emails o por no prestar atención a mis emails cuando los lee. Actualmente, reparto mis energías entre convencer a un amigo para que viaje a Londres para perder la virginidad y escribir este post. Ducharme sigue sin estar entre mis planes a corto plazo.