jueves, marzo 5

Sobre vacas, taxistas y bufandas

Ahora, por las tardes, recorro Madrid en taxi. Paseo por la Castellana, invadida por vacas y bufandas, y dejo que los taxistas me cuenten a través de la mampara, cada uno con su acento, su anecdotario personal sobre la crisis, y sobre cómo cambia la vida. Ya nada es lo que era. Y si no, que me lo digan a mí, que llego cada noche a casa, agotada, cansada de pasearme como una señorita y de trabajar como una niñata que no tiene ni idea de lo que se trae entre entre manos.
Han sido testigos de mis errores la Embajada de Irael, José Montilla, Isabel Coixet, Esperanza Aguirre y el ex Ministro de Justicia. En dos meses, todos ellos y muchos más han dejado de ser la gente que sale por la tele para convertirse en objetivos de mi grabadora. Una grabadora torpe y caprichosa que no hace más que jugarme malas pasadas a mí, que ya bastante tengo con encontrar el titular adecuado como para preocuparme de que para que funcione el Rec, tengo que quitarl el Hold.
Las tardes van pasando y persiste en mí la sensación de que no sé nada de esta profesión que tantas ganas tengo de hacer mía. Anoto mentalmente los fallos para así redimir mis errores: quédate atrás, trágate el miedo, pide la factura del taxi, saca la tarjega al llegar a Efe, busca otra noticia, busca la noticia...
Pese a todo, mantengo la esperanza de que una tarde de estas, quizá frente a Gallardón o al Presidente del Gobierno, terminaré de hacerme periodista, dejaré de ser una becaria para hacerme una mujer, que diría Juanjo. Y sólo a partir de entonces, podré pensar en estos días como el año que pasé paseando en taxi por Madrid.

1 Comentarios:

Blogger Eugenio said...

Pero usa móvil mujer. Para grabar, digo.

marzo 14, 2009 11:22 p. m.  

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