Esta noche
He soñado con él. Paseábamos por los rincones de mi infancia y buscábamos un césped seco y poco concurrido para tumbarnos y besarnos. El otro no existía y, sin él, tampoco había remordimiento.
Ahora, en la mañana después del sueño, el otro, el de siempre, es el único que me acompaña y su presencia me hace sentir remordimientos, aunque los besos en la hierba hayan sido sólo un sueño.
Ahora, en la mañana después del sueño, el otro, el de siempre, es el único que me acompaña y su presencia me hace sentir remordimientos, aunque los besos en la hierba hayan sido sólo un sueño.
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