domingo, agosto 26

Guarrillas del XIX

Desde el respeto, he titulado "Guarrillas del XIX" al ciclo literario compuesto por las lecturas de Madame Bovary, La Regenta y Ana Karenina (este último, a 100 páginas del final, me está resultando especialmente brillante). Podría hablar de las diferencias y similitudes entre los tres, pero son tantos los matices que merecerían ser comentados que me alargaría hasta el tedio. Por eso, considero más productivo limitarme recomendar la lectura sucesiva de estas tres grandes novelas.
Para meteros en ganas:
Madame Bovary me pareció una niñata caprichosa y tontorrona. Evidentemente, me caía mal.
Anita Ozores estaba un poco ida y le daba lo mismo el rollito místico que el adulterio. Me daba lástima.
Y en cuanto a Ana..., si no hay sorpresas de última hora, es una mujer valiente que se ha resistido con todas sus fuerzas a ser eternamente infeliz. La admiro.

Macedonia de ideas

Blogger es Dios. Guarda automáticamente mis borradores. Como Gmail. Molan. Como FireFox. Como las cosas frikis, como las pelis de culto, como Juliette Lewis cantando Icanhardlywait, como "metido entre tus piernas destrozar la noche entera", como Madrid, como el cigarro de después, como cuando sales de la ducha en un día caluroso y un par de gotas de agua rebeldes se resisten a rebalar por tu espalda porque saben que es el fin. Es el fin. Ahora es el principio y el final de todo. El principio de una historia, el final de una frase. El principio de la idea, el final del silencio. El principio de la semana, el final de las vacaciones... Manda cojones!! Todo un verano y no he sido capaz de terminar mi ciclo literario "Guarrillas del XIX". No he sido capaz de relajarme, de aburrirme, de ordenar mis ideas, que andan un poco locuelas últimamente. En fin, un verano que no ha sido verano y un mes desaprovechado que, para ser honrados, tampoco se podría haber aprovechado mejor. Que una no es la Virgen de Lourdes ni nada que se le parezca. Que entre fiestas de aquí y de allá, semana en Barcelona, traslados de mi pueblo a casa y demás, solo me ha quedado tiempo para una llamada telefónica un poco confusa con una amiga que acaba de volver hace un mes de las frías y áridas tierras germánicas y una entrada en un blog que tenía un poco dejado de la mano de Dios desde hace un tiempo. El blog me vuelve a hacer falta. Será que empiezo a notar la ociosidad estival? Qué pena que llegue demasiado tarde.