lunes, septiembre 18

Y...

Ayer fue mi cumpleaños.
Hoy solo puedo cantar:
- Feliz, feliz nocumpleaños.
- ¿A mí?
- ¡A tú!

Nosotros

martes, septiembre 12

Ezequiel

Ezequiel, no te tortures. Duermes solo, duermes bien. No te hace falta un beso de buenas noches ni alguien que te despierte suavemente a la mañana siguiente. No te hace falta una madre, tampoco un hermano ni un padre. Quizá un amigo, pero eso ya lo tuviste una vez y la cosa no fue demasiado bien... No te hace falta una fiesta de cumpleaños, ni un regalo en Navidad, no necesitas un maestro, ni un libro, ni un cuadro. Estás solo con el mundo, pero el mundo nunca es suficiente (The world is not enough): te hace falta una canción. La echas de menos. La piensas, la escribes, la pintas, la ruedas, la tocas, la mimas, la sueñas, la encuentras... ¡Maldita sea, ya estás otra vez! Dices cosas inconexas, escribes historias sin sentido y pretendes reconciliarte así con quien nunca fue tu amigo. Y entre líneas, se entreleen, rimas que sobran y prosas carentes de poesía.
Ezequiel, eres un niño, ¡deja ya de torturarte! Espera un par de años, tres, o mejor 10. Espera a ser un hombre. Espera mucho tiempo. Entonces podrás huir, podrás tener algo y podrás, si así lo deseas, perderlo. Y no sueñes, no anheles, no planees, no dejes que el sol te queme. No dejes que mamá te mande a la cama. Solo escucha, escucha la canción que ahora suena y siéntete como en casa: Welcome to the Hotel California.

jueves, septiembre 7

Miguel

Miguel, algún día, será un jefe calvo, orondo y con bigote. En una cena de Navidad intentará emborrachar a uno de sus empleados para beneficiarse a su parienta, pero eso no pasará hasta dentro de muchos años. De momento, Miguel no es más que un muchacho flaco y desgarbado. Es inteligente, pero le falta ilusión; tiene talento, pero no carisma; es ambicioso y no tiene escrúpulos. Los muchachos así acaban mal, muy mal. Acaban con un Mercedes automático lleno de colillas, un piso céntrico mal decorado y pelotillas asentadas de forma perenne en el ombligo. Pierden el pelo antes de los 40, la costumbre del aseo diario después de los 30 y la virginidad hacia los 25 en circunstancias que a la mayoría de los mortales les avergonzaría confesar, pero a ellos no. Los chicos como Miguel suelen ser más odiados que envidiados, he aquí la mejor de las muestras de su fracaso: el éxito se mide en proporción a la envidia que se despierta en los demás.
Pero volvamos a Miguel en el momento actual, quizá cambie, es una pérdida de tiempo hacer pronósticos a tan largo plazo. Hablemos, mejor, de su pelo castaño y suave y de la chica que acaba de unirse a él y a su grupo de amigos en la cafetería. Es una chica alta, imponente, preciosa. Su rostro es dulce y su cuerpo salvaje. Es perfecta. Miguel se fija en ella. Todos se fijan en ella. Miguel quiere atraerla. Todos quieren atraerla. Pero la táctica de Miguel es quizá la peor de todas. Desenfunda su chulería, hace alarde de su altivez, presume de sus ridículas excentricidades... La chica agacha un poco más su humilde mirada con cada envite de Miguel. El muchacho comprueba el fracaso de sus estratagemas para lograr que la chica se fije en él. Antes de mostrarse derrotado, es preferible huir con la cabeza bien alta.
-Y yo que pensaba que este chico me iba a caer bien...

lunes, septiembre 4




Starry Night

He encontrado una LEGO versión del clásico de Van Gogh. Echadle un vistazo, no tiene desperdicio.

Raquel

Raquel era Lolita. Por eso no es necesario describirla: basta con imaginarla. Pero lo que sí es necesario es explicar cuándo tuvo lugar el cambio, cuándo Raquel dejó de ser ella y se convirtió en Lolita... y por qué.
No fue en un campamento de verano, no fue un vecino atractivo de mediana edad quien la pervirtió, ni siquiera un padrastro traumatizado en su propia infancia... Raquel era una niña de 10 años cuando comenzó a crecer. Su florecer fue parejo al descubrimiento de unos seres desconocidos hasta entonces: los hombres, los hombres desconocidos, los que al cruzarse con ella por la calle, irremediablemente, se daban la vuelta para echarle un último vistazo a aquel proyecto de mujer. Raquel comenzó a disfrutar siendo (ad) mirada. Creyendo insuficiente su encanto personal, creyendo insuficientes los hombres que la miraban, consciente de su atractivo y viendo necesario protenciar los dones con que la naturaleza le había obsequiado, Raquel se convirtió en una damisela picarona que disfrutaba jugando a cazar miradas. Cuando se ponía la faldita de lunares, cuando llevaba una camiseta blanca sin sostén, cuando tomaba un helado, cuando se pintaba los labios de rojo, del rojo de Ana Bella... Los hombres, el género masculino en su conjunto, fueron los responsables de los pequeños cambios que hicieron que aquella niña se convirtiera en una poderosa Diosa. Para Raquel todo esto no era más que un juego; para los hombres, una obsesión, una locura, el mejor de los pretextos para perder la cabeza: Raquel no tenía nombre; Raquel se llamaba Lolita; Raquel no existía, era como un espejismo en medio de una vida gris; Raquel era real y estaba allí; Raquel pasaba de largo y Raquel se quedaba en forma de recuerdo: el recuerdo de su pelo rubio de niña y sus voluptuosas caderas de mujer perdiéndose al final de la calle.
Un día, Raquel crecerá. Ella aún no lo sabe, ni siquiera intuye que muy pronto, quizá después de este verano, dejará de ser Lolita y se convertirá en una mujer vulgar.

Lolita

"Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta. She was Lo, plain Lo, in the morning, standing four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita. Did she have a precursor? She did, indeed she did. In point of fact, there might have been no Lolita at all had I not loved, one summer, an initial girl-child. In a princedom by the sea. Oh when? About as many years before Lolita was born as my age was that summer. You can always count on a murderer for fancy prose style. Ladies and gentlemen of the jury, exhibit number one is what the seraphs, the misinformed, simple, noble-winged seraphs, envied. Look at this tangle of thorns."

viernes, septiembre 1

Hoy ten miedo de mí

Hoy que llevo en la boca el sabor a vencido
Procura tener a la mano un amigo
Que cuide tu frente y tu voz
Y que cuide de ti, para ti tus vestidos
Y a tus pensamientos mantenlos atentos
Y a mano tu amigo

La importancia de verte
Morderte los labios
De preocupación
Es hoy tan necesaria
Como verte siempre
Como andar siguiéndote con la cabeza
En la imaginación
Porque ¿sabes? y si no lo sabes no importa
Yo sé lo que siento, yo sé lo que cortan
Después unos labios
Esos labios rojos y afilados
Y estos puños que tiemblan de rabia
Cuando estás contenta
Que tiemblan de muerte
Si alguien se te acercara a ti

Hoy procura que aquella ventana
Que mira a la calle en tu cuarto se tenga cerrada
Porque no vaya ser yo el viento de la noche
Y te mida y recorra la piel con mi aliento
Y hasta te acaricie y te deje dormir
Y me meta en tu pecho y me vuelva a salir
Y respires de mí
O me vuelva una estrella y te estreche en mis rayos
Y todo por no hacerme un poco de caso
Ten miedo de mayo
Y ten miedo de mí

Porque no vaya a ser que cansado de verte
Me meta en tus brazos para poseerte
Y te arranque las ropas y te bese los pies
Y te llame mi diosa y no pueda mirarte
De frente y te diga llorando después
Por favor tenme miedo
Tiembla mucho de miedo mujer
Porque no puede ser

FERNANDO DELGADILLO

Él

Él ni siquiera tenía nombre: amante padre, esposo fiel y trabajador honrado. Aquel hombre casado con una mujer demasiado guapa para él era poco más que eso. Era Él, pero nunca podría definirse como "yo" porque su vida estaba repartida entre tantas personas que apenas guardaba para sí una minúscula porción de su ser: la encargada de dormir.
Él era feliz. Si la ignorancia es la felicidad, la plenitud que creía que había alcanzado su vida se basaba en una absoluta ausencia de reflexión acerca de los años que había dejado atrás. Sobra decir que fabular acerca de su futuro no formaba parte de sus planes.
Él era feliz desde los 20 años, cuando conoció a Bella. Se enamoró nada más verla. Ella llevaba un vestido de flores, sin escote, pero corto, muy corto. Aquellas piernas podrían hacer perder la cabeza a cualquier hombre y, sin embargo, Él tomó la firme decisión de mantenerse en su lugar, de no hacer nada (ni siquiera mirar por el rabillo del ojo) porque ante mujeres como aquella lo mejor era no dejarse llevar. Entonces fue Bella quien se acercó, con su melena pelirroja y sus aires resueltos. Ella se acercó y le pidió un pitillo. Le preguntó el nombre. A Él le costó responder: balbuceaba, las palabras salían torpemente de sus labios y su mente apenas lograba pronunciar frases coherentes ocupada como estaba en procurar no enamorarse de aquella Diosa. "Demasiado tarde", pensó tras unos minutos de conversación. Dos años más tarde se casaba con una Ana Bella embarazadísima.
A partir de ese momento todo fluyó con normalidad: encontró un trabajo estable como contable, procuró ofrecer a su familia una vida digna, aunque sin grandes pretensiones. Leía un libro una vez al año, escuchaba los mismos discos desde que tenía 17 años y su vida transcurriría con absoluta normalidad si no fuera por una salvedad: Ana Bella, la mujer que había convencido a su padre para que le recomendara en la oficina como contable, la mujer que le había dado los tres hijos más maravillosos del mundo,
la mujer que nunca había llegado a comprender y que jamás se desnudaba con la luz encendida. Ana Bella se convirtió, desde el principio en una obsesión y, al mismo tiempo, en una fuente de mansedumbre y serenidad. Ella le inspiraba armonía y por eso su vida transcurría sin vaivenes inoportunos. Lo más extraordinario que le había ocurrido en los últimos tiempos había sido la copa de más a la que le invitó su jefe (un señor orondo, calvo y con bigote) en la cena de Navidad de la empresa de hace unos años.
Luego estaban los chiquillos. De vez en cuando daban algún pequeño sobresalto, pero estaban en la edad, sobre todo Raquel.
Entró en la habitación y allí estaba Bella.