viernes, noviembre 3

Una decisión precipitada

Acabo de tomar una decisión precipitada. La he tomado hoy y da igual que hasta dentro de un par de meses, 6 ó un año no se haga efetiva: la decisión ya está tomada. He decidido que voy a ser egoísta. No con todo el mundo, porque no es mi estilo. Voy a ser egoísta solo con algunas personas que me han dejado vacía: han venido a mí, me han saqueado y se han ido con los bolsillos llenos diciendo que no era suficiente. Así que he decidido que, a partir de ahora, para ellas ya no hay nada. Me siento incapaz de dar más, porque no tengo más. Ellas ya han tenido lo que han querido. Las he escuchado, las he comprendido y las he reconciliado. Las he hecho entender lo importante que es su amistad, lo imprescindible que es para ellas tenerse las unas a las otras. Y esto me ha hecho comprender que si ellas aguantan es por puro interés. No se han cortado en afirmarlo: "Aguantamos porque nos interesa, porque si no, nos quedaríamos solas, no nos queda otra que aguantar". Comprendí que yo no aguantaba por interés, aguantaba porque me gustaba. Porque yo sí tengo otra. Yo tengo con quién salir y tengo quién me escuche. Ellas no, yo sí; yo lucho por nuestra amistad, ellas esperan a que yo luche. Esto lleva algún tiempo así y yo había tragado. No sé por qué. Quizá por algo así como un sentimiento romántico, por aquello de "toda la vida es mucho tiempo", por los recuerdos, por el aprecio, porque cuando conoces a alguien muy bien llegas a echar de menos incluso sus defectos. Pero entonces ocurrió algo. Una acusación, una puñalada. A ti te estoy defendiendo, a ti te estoy justificando y las dos me decís: te escaqueas, nos dejaste con el marrón y las malas caras. Y yo que estaba allí, pasando frío y sueño, alucinaba, yo que no había discutido con nadie y que podría estar viendo el fútbol o tumbada en la cama no llegaba a comprender cómo podían decir aquello. Me eché a llorar. Soy una llorona, lo sé. Traté de explicarme y ellas solo vieron mis lágrimas: yo lloraba, no pasaba nada, ya no me dirían nada más aunque siguieran pensando que me escaqueaba. Y que lloraba solo para seguir escaqueándome. Cuando lo cierto es que estaba allí dando la cara solo para que ELLAS arreglaran SUS diferencias.
Hoy, especialmente hoy, me siento cansada. Hoy he decidido que, a partir de ahora, dejaré de ser como ellas querrían que fuera (ya que está visto que no lo puedo ser) y seré más como ellos que, al menos, no me echan nada en cara.