El último
Si ya no queda nada y, encima, la asignatura me encanta, me apasiona, la adoro..., pero preferiría poder estar aquí toda la tarde, sin cargo de conciencia, escuchando música (Pepe Botika es un honrado traficante...), leyendo blogs, bajándome canciones, dormitando de vez en cuando...
Es el último, la solución está en pensar que es el último: el estudiar se va a acabar. Se va a acabar también ir a la universidad, pasar las horas muertas en la cafetería, ir andando hasta Princesa, cabrearme con Sergio porque pasa de todo... Parece que me gusta sufrir, pero, qué coño, lo voy a echar de menos. Todos los veranos, cuando dejo de ir a clase, de estudiar y de vivir sumida en la rutina, cuando tengo tiempo para pensar acerca de mi vida, me doy cuenta de que mi vida me gusta, de que la universidad forma una parte importante de ella y que cuando mis estudios entran en PAUSE durante el parón veraniego, termino por dejarme dominar por algo así como una congoja que me hace un noséqué en el estómago, me despierta de mi letargo y me anuncia el cambio(Aquella tarde fueron al cine hicieron el amor...).
Pero pronto llega laotra, la nueva rutina. Ni mejor ni peor, solo distinta. Mi vida vuelve a girar en torno a unas costumbres fijas, que, afortunadamente, me hacen olvidar la ausencia de lo que acaba de acabar. Los primeros días después de los exámenes, son frenéticos. Una vez que se termina el descolocamiento del que ya he hablado, surgen los planes: ir a Alcalá, ir al Retiro, hacer un maratón de cine, quedar con los de clase para ver alguna nota y tomar un algo, tirarme con Sevi (y a Sevi) en cualquier parque..., en fin, que tampoco está mal, lo que pasa es que ahora, a 4 días vista, cuando aún tengo que pegarme el gran atracón de literatura (mi último examen es de literatura) y no sé qué va a ser de mí, me siento nerviosa, inquieta, ausente, tristefeliz, no sé, algo así como cansada y expectante, como activa y desganada, como con ganas de todo y sin fuerzas para nada o al revés o todo junto (Y ya ves, otra vez, he llegado tarde a mi deber...).
Es el último, la solución está en pensar que es el último: el estudiar se va a acabar. Se va a acabar también ir a la universidad, pasar las horas muertas en la cafetería, ir andando hasta Princesa, cabrearme con Sergio porque pasa de todo... Parece que me gusta sufrir, pero, qué coño, lo voy a echar de menos. Todos los veranos, cuando dejo de ir a clase, de estudiar y de vivir sumida en la rutina, cuando tengo tiempo para pensar acerca de mi vida, me doy cuenta de que mi vida me gusta, de que la universidad forma una parte importante de ella y que cuando mis estudios entran en PAUSE durante el parón veraniego, termino por dejarme dominar por algo así como una congoja que me hace un noséqué en el estómago, me despierta de mi letargo y me anuncia el cambio(Aquella tarde fueron al cine hicieron el amor...).
Pero pronto llega laotra, la nueva rutina. Ni mejor ni peor, solo distinta. Mi vida vuelve a girar en torno a unas costumbres fijas, que, afortunadamente, me hacen olvidar la ausencia de lo que acaba de acabar. Los primeros días después de los exámenes, son frenéticos. Una vez que se termina el descolocamiento del que ya he hablado, surgen los planes: ir a Alcalá, ir al Retiro, hacer un maratón de cine, quedar con los de clase para ver alguna nota y tomar un algo, tirarme con Sevi (y a Sevi) en cualquier parque..., en fin, que tampoco está mal, lo que pasa es que ahora, a 4 días vista, cuando aún tengo que pegarme el gran atracón de literatura (mi último examen es de literatura) y no sé qué va a ser de mí, me siento nerviosa, inquieta, ausente, tristefeliz, no sé, algo así como cansada y expectante, como activa y desganada, como con ganas de todo y sin fuerzas para nada o al revés o todo junto (Y ya ves, otra vez, he llegado tarde a mi deber...).
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