sábado, agosto 27

Suicidio

Siempre he pensado que quien intenta suicidarse y al final no lo consigue es porque lo que pretendía en realidad era, simplemente, llamar la atención, y no quitarse la vida. Se suele decir que los suicidas son cobardes; yo creo que todo lo contrario, sin vida, no hay nada, hay que ser muy valiente para renunciar a la vida a cambio de nada.
Pues bien, partiendo de estas dos ideas, creo que si algún día decidiera suicidarme y reuniera el valor necesario como para hacerlo, los meses previos al día S, ahorraría todo el dinero que pudiera para poder pagar una suitte (o como se escriba) en un hotel de 5 estrellas, en un lugar, bonito (espero haber conocido mucho mundo antes de decidir suicidarme para así poder elegir bien), lejos de Madrid (si quiero suicidarme de verdad, y no es un mero intento de suicidio). Por la noche llenaría la bañera con agua caliente, todo a oscuras y con velitas alrededor, la luz de la luna entrando por la ventana, pétalos de rosas rojas por todas partes y demás pijadas que residen en nuestro subconsciente y que relacionamos con el romanticismo gracias a las películas americanas. Me sumergería desnuda en el agua y me cortaría la venas. Dicen que es una de las muertes más dulces que existen, aunque no sé si creérmelo porque no creo que nadie haya vivido para comparar distintos tipos de muerte...

2 Comentarios:

Blogger Eugenio said...

No estoy en absoluto de acuerdo. No es tan sencillo como parece. Y puede ser que a la mañana siguiente, cuando le hayan rescatado, se arrepienta.

Tampoco creo que sea cuestión de cobardía o valentía, sólo de elección.

Sobre las muertes dulces: Es seguro que dolerá menos morir de un tiro en la nuca que quemado. Todo depende de cuantos nervios se activen, cosa que sí podemos saber :)

agosto 27, 2005 12:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Como no tenemos muy claro todavía si es o no una muerte dulce... mejor esperamos un poquito para confirmar nuestras tesis, no?

septiembre 01, 2005 7:32 p. m.  

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