martes, diciembre 27

Dónde iremos a parar

Me ha mandado mi madre a la compra al hipermercado que hay enfrente de mi casa y, tal y como suelo hacer muchas veces, me he puesto a mirar las estanterías de libros en las que con un orden caótico donde clásicos, diccionarios, best-sellers y libros de autoayuda se mezclan por igual, he descubierto el Drácula de Bram Stoker. Si os digo que la portada del libro es la misma que la de la imagen de promoción del Drácula de Francis Ford Coppola, a nadie le sorprenderá: en los últimos años es tan habitual que utilicen las películas para promocionar los libros en los que se han basado que no estaré descubriendo a nadie nada nuevo. Esto, aún lo puedo llegar a admitir, por mucho que libro y película guarden notables diferencias entre sí. Mi sorpresa e indignación han llegado cuando al acercarme para leer la banda roja de promoción (esa que suelen poner a muchos libros informando sobre el número de ejemplares vendidos y cosas por el estilo) he descubierto que ponía algo así como "El libro en el que se inspiró Elisabeth Kostova para escribir su aclamada novela La historiadora". Os juro que casi me da una embolia cuando lo he leído. He estado a punto de llevarme el libro a casa solo para enseñárselo a la gente, porque si lo cuento, no me creen. Vale que la gente solo lea best-sellers, vale que el mundo editorial esté emponzoñado por todos los intereses económicos creados en torno a cualquier compra-venta, incluso la del arte. Pero de ahí a rebajar hasta ese punto a un clásico como Drácula, va un abismo. No sé dónde iremos a parar, pero, desde luego, vamos por muy mal camino.