Paola

Apareció con aire altivo y el pelo de un color que no era el suyo. La ropa ceñida y el tanga a la vista de todo el mundo. Así era ella, Paola, soberbia y hermosa como pocas. Todos la miraban y ella lo sabía, disfrutaba viendo a su paso las caras de envidia y adoración, según el caso: para los hombres era un sueño, perenne e inalcanzable; para las mujeres, simplemente, una puta. Cada mañana, después de una ducha, maquillaba sus aúreas facciones y salía a la calle dispuesta a comerse el mundo. Cuando volvía a su casa, se había comido el universo.

Un día Paola murió y nadie volvió a verla nunca con vida. Un alma desgraciada se creyó poseedora de la belleza y el encanto necesarios para emularla. Al día siguiente apareció con aire altivo y el pelo de un color que no era el suyo.